Quizá fue porque entró por la puerta con una expresión distinta y por lo tanto desconocida, por unos instantes en la mirada se percibía un vacío de desconexión emotiva .El olvido de un beso rutinario la hizo reaccionar. Ahora empezaba a atar cabos, el sueño de la noche anterior, tan extraño como macabro: Una mujer cogía una cerilla de las antiguas de cera y se la colocaba en el párpado inferior encendiéndola. Ella le suplicaba que no hiciera aquello, entonces la apagaba y la volvía a encender, le volvía a repetir lo mismo, que no lo hiciera que era peligroso. Ahora entendía el significado..." Abre bien los ojos, y quien juega con fuego corre el riesgo de quemarse". Un asomo de desconfianza la descolocó llevándola a una inseguridad y de sopetón al rechazo, no quería ni sabía disimular que no pasaba nada. Tenía una percepción muy agudizada y cualquier detalle por ínfimo que pareciera no le pasaba desapercibido era una gran observadora acerca de la conducta humana y sus actitudes tanto positivas como negativas . EL raciocinio silenció al corazón, no quería intermediarios para ceder una vez más como solía hacer en su currículum relacional. Otro hecho simbólico le vino a la mente, la rotura de una pulsera de perlas de río que le había regalado en su último aniversario...¿ alguna premonición de ruptura? o quizá el principio del fin. El problema básico persistía, por una parte una insaciedad impulsiva inagotable de autocomplacerse sin límites en contra posición a otro estado de relajación pasional más cercana a la ternura y al contacto de piel...dos placeres distintos y un sufrimiento compartido. Ante una situación embarazosa desencadenada por una discusión nocturna, optó por el diálogo racional, y tambien por una reconciliación temporal, la noche acechaba silenciosa y pedía quietud, la gente dormía y no podía permitirse un desvelo colectivo. En la madrugada una pesadilla inquietante la despertó…y una ansiedad olvidada le oprimía el corazón, el presagio de una inquietud renaciente le vino a decir que ante la fragilidad de las emociones no hay ni bien ni mal, ni luz ni sombras que persistan, su alternancia dan fe de vida.
jueves, 29 de agosto de 2013
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