Detrás de la ventana la oscuridad se esparcía en la noche, la luna casi llena no había acudido a la cita en el pequeño espacio de cielo que se vislumbraba entre un pasadizo de bloques de viviendas. Como siempre la soledad rutinaria solía ser un ritual de ensimismamiento interiorizado. El otoño esperaba acudir con las lluvias aun escasas, el calor persistía y el verano sobrevivía presintiendo su lenta agonía a las puertas de un cambio según las visicitudes de las estaciones. Deseaba el paso del tiempo, al igual que la lluvia y perderse entre las hojas caídas de los árboles, pasear dejando los soportes que precisaba para caminar y mezclarse entre la naturaleza libre del parque y volver a sentir el vibrar de la vida a través del color, la humedad y el recogimiento... Volvió la página imaginaria de su libro respecto a las últimas vivencias y le resultaba tan increíble como fantástico como si hubiera sido una historia de ciencia ficción donde borraba y aniquilaba toda ansia de protagonismo.
sábado, 26 de septiembre de 2015
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