sábado, 16 de julio de 2016

Belleza escultural




Se iba acercando, poco a poco, bronceada, bella , sonriente, con este acento de zalamería andaluza que enamoraba a quien la escuchaba y también  con un sentido de humor e ironía que realzaban aun más su personalidad atractiva, era como una especie de imán de los que se encuentran en las profundidades de la tierra, en este caso de arena de la playa. Se desnudó con la apariencia de la tranquilidad de quien se siente en un cuerpo acomodado a las miradas, moldeado como escultura greco romana, bronceada. Ella  sintió  unos deseos pasionales como no recordaba en muchos años, que fluían de dentro a fuera y consistía en llevarla dentro del agua, sentir el contacto de pieles y perderse en una abrazo entrelazado de cuerpo entero, junto a un beso profundo e infinito donde los alientos se confundieran en uno solo, respirarla, sentirla y vivirla en cada milímetro de piel, con la testigo peculiar del agua de la mar y a la vez con el vaivén de olas cómplices de un acercamiento . El tiempo pasaba deprisa y aunque había despertado de un estado pasivo donde los sentidos llevaban tiempo adormecidos , se sentía feliz y estimulada, renaciendo la curiosidad por cosas nuevas que  había aprendido de esta mujer que había conocido en las redes sociales, poseía el arte de la seducción e inteligencia a raudales y esto hizo que las hormonas, deseo y pasiones empezaban a responder, la soñaba todas las noches y la tenía presente durante el día. Tenía la sensación de que era alguien inalcanzable, no había mostrado ningún apéndice de correspondencia pero había cierta complicidad, no tenía claro si era un reflejo de lo que sentía o la ilusión de que así fuera. Primero parecía un simulacro de seducción con canciones y letras, poesías insinuantes, pero también dudada, nada resultaba claro, todo eran indicios y fácilmente podrían ser inventados por las ganas que tenía de vivirla, descubrirla y amarla, siempre y cuando fuera un sentimiento compartido, con la consciencia de que era algo harto difícil, en alguien que poseía el don de la atracción por un cúmulo de valores, todos muy preciados para la mayoría  : belleza, simpatía, inteligencia, humor, ironía y una exquisitez en el gusto y en la selección de música, imágenes y palabras muy bien redactadas, su muro era toda una demostración en originalidad e innovación, debates, de valores reconocidos hacia la mujer alternando con mensajes atrevidos y muy divertidos, seleccionaba mucho y compartía poco. De todas maneras, Ella tenía claro que esta energía de enamoramiento la hacía receptiva y quizá podría canalizarla a otras miradas más asequibles, también tenía algunas  admiradoras personales en su muro. Se sentía con muchísimas ganas de un contacto generoso, de sentirse amada y atraída como ella se sentía en este momento después de un largo camino de pocas inquietudes amorosas, sólo era cuestión de esperar, vivir y sentir  . El tiempo no se estaba por tonterías, no esperaba, cabalgaba a sus anchas burlando todas las oportunidades perdidas, y mirando atrás eran demasiadas y observando hacia adelante quedaba poco tiempo, iba hacia un proceso de envejecimiento asegurado, los años pasaban muy deprisa. Tenía que probar a distanciarse un poco, por su bien, quizá esto le haría ver la realidad, por triste que fuera, de ser una más entre muchas admiradoras que podían existir teniendo en cuenta todas las circunstancias buenas que la envolvían. O bien se lo haría saber bien claro, necesitaba saber sí podría tener una oportunidad, aunque fuera una sola de vivirla fuera de un sueño. El deseo estaba allí lanzado en mensajes que expresaban lo que sentía, sin insistir en demasía ni ignorar tampoco. La equiparaba a la luna,  bella, luminosa, seductora e inalcanzable como creía que era ella misma.