Sabía que no era ella, alguien que tardaba en contestar un " Hola y un buen viaje"en un whassap, cinco horas no merecía dedicación, ni tiempo, ni sueños, ni fantasías, ni nada, sencillamente lo justo. En medio de una comunicación líquida, poco sólida, como se daban en las redes sociales, donde al principio con la novedad, todo era un descubrimiento y parecía que el interés subía y bajaba, como la espuma . Todo tenía su lado positivo, como el hecho de haber despertado al deseo e ilusionarse de nuevo, al menos sabía que su corazón podía a parte de latir recuperar la función básica de sentir. La energía estaba allí y tenía la posibilidad de abrirse al mundo y a la gente con perspectivas de reiniciarse de nuevo siempre con un interés recíproco. Una buena amiga que la quería se lo había comunicado, que dejara de alimentar egos, ya que había personas que se vanagloriaban exclusivamente de esto sin intención alguna de llegar a nada o ir más lejos, era una manera de seducir y una vez conseguido el objetivo del mismo, ya no tenía sentido alguno, también podía ser una actitud innata que podía causar malentendidos. De todas maneras no lo podría saber con exactitud, no era más que una desconocida de entre las muchas que tenía en sus contactos, intentó un acercamiento dando el teléfono pero apenas hablaron. Ocurrió que sin saber porqué, por una imagen al principio y por la elección de buena música y un discurso afín había empezado una complicidad, después atracción desencadenando un enamoramiento que le vino totalmente de nuevo, sin esperarlo.
Si tenía que explicar la situación con un ejemplo, lo tenía claro. Era como si se le hubieran hecho un regalo con un envoltorio precioso, aparentemente muy valioso, con un CD de buena música y con un escrito con palabras adecuadas, sin muestras emocionales de ningún tipo ni un interés especial, pero muy correctas. Una vez abierto el bonito envoltorio dentro hubiera una flor: Un narciso, demasiado perfumado y teniendo en cuenta lo que realmente significaba el nombre de la flor, no, no era su prioridad. Ni ahora ni nunca, valoraba el interior y ante todo la empatía emocional, tanto para una buena amistad como para una vivencia más íntima. La frivolidad, la superficialidad, lo material y los cambios de conducta de un día para otro, no los llevaba nada bien, más bien le causaban trastornos de ansiedad.