lunes, 22 de diciembre de 2014

Un azar despistado

A veces el azar andaba un poco bastante despistado, se dieron unas circunstancias que a pesar de no ser las adecuadas acabó en un encuentro, que de hecho no se tenía que haber dado , por la falta de afinidades, de atención, detalles y unas manifestaciones rozando un fuera de lugar con signos de explícitos de poca delicadeza. Pero a veces la vida te mostraba su parte más oscura para saber de su existencia a pesar del rechazo que tenía de la misma en el reflejo de los otros. la necesidad de contacto junto a la ingenuidad de una y la adicción y frescura de la otra, secundaron otras ocasiones. Se dieron unas causas extrañas que disgustaron a una y favorecieron a otra, cosas del capricho de un destino muy poco acertado, por cierto. En una de las citas en una playa apareció alguien que realmente hubiera encajado con el gusto de quien buscaba más allá de lo que había encontrado, por belleza, sensualidad,  y antetodo por un estilo similar y una actitud educada de apariencia muy agradable con soltura comunicativa, iba acompañada de un perro, cruzaron miradas y alguna palabra y todo quedó en un deseo fustrado, como muchos otros a lo largo de su vida, ( ¡Qué pena pensó para sus adentros! lo recordaba perfectamente, si hubiera tenido el poder de una barita mágica hubiera hecho el cambio sin pensárselo dos veces ) y a bien seguro que todo hubiera sido distinto, a pesar de los pesares. A partir de entonces en un restaurante de la carretera con lluvia añadida y falta de tacto en el escaqueo de una invitación que no se dio, empezaría la quimera de un conjunto de decepciones para comprender que lo que parece a primera vista es lo que es y la intuición primera nunca se debería contradecir. Ni las palabras iniciales, ni la imagen, ni el modo tan enrevesado fueron de su agrado. A veces el autoengaño tenía unos factores incomprensiblemente perniciosos para una misma, llegando a la conclusión que  la ignorancia al traicionar tanto los  propios gustos  como los sentimientos y vivencias poco halagüeñas, venía a ser una especie de masoquismo infiltrado  sufriendo las consecuencias  incluso después de haberlo terminado y revivido  repetidamente y reconocido  mil veces doliéndose y entonando para sus adentros, mía culpa, mía culpa , mía grandísima culpa, como si fuera una plañidera de antaño. Tenía que buscar en su interior el perdón hacia ella misma para reconciliarse con el pasado, no había otra, sabía que no había vuelta atrás...si hubiera tenido la ocasión diría  no y mil veces no. Recordaba  en una  clase de antropología, donde el profesor asertivo y sonriente dijo  que la gente no estaba con quien quería si no con quien podía...¡ cuanta razón tenía!.. lo que ocurría es que con el tiempo el roce y el cariño si había una proximidad de amor entendido como una proporción semejante de intercambio se daba un entendimiento, si además iba acompañado con respeto , consideración y generosidad entonces podía darse una relación duradera aunque no fuera la realmente deseada. Ahora recordando los malos momentos se decía a si misma ...mil veces sola que mal acompañada. Era todo un privilegio llegar a esta conclusión convencida de su bienestar holístico, o lo que era lo mismo, la autoestima, que la había tenido escondida, abandonada y perdida y le susurraba al oído que fuera con más cuidado y tiento porque el desgaste a estas alturas y con personajes de este calibre, una , ya no se lo podía permitir...

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