En la ventana de mi habitáculo siempre dejo una rendija abierta
para que entre la luz del amanecer del nuevo día que asoma.
En la oscuridad, la luna noctámbula, me hace compañía...
y susurra al viento que arrastre a una corriente de ternura
para velar el sueño y acunar un corazón adormecido en
un estado de embriaguez y añoranza... siento su presencia,
me abrazo con dulzura, la noche me acompaña y la luna nos
mira y nos perjura que no nos abandonará hasta el amanecer.
1 comentario:
Muy interesante, cuando vivía en el campo hacía lo mismo, sentía estas cosas. Me gusta
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