lunes, 13 de septiembre de 2010

una tarde en la playa


Tumbada al sol respiro paz, plenitud y serenidad
la mar juguetona envía una ola imprevisible...
de sopetón me veo rodeada de agua al igual
que mis pertenencias, un hombre gay, bello y desnudo
me ofrece con una reverencia amable mi sueco mojado.
Me retiro unos pasos atrás y cedo mi pañuelo
pintado de flores al viento, que dispersa agua, sal y arena.
La tarde se pinta de luz rojiza, las olas de espuma blanca.
Tumbada de nuevo respiro paz, plenitud y serenidad.
Unos niños enérgicos juegan con las olas y se sumergen
en una agua ávida de vida y movimiento, que nunca cesa...

1 comentario:

Empar Díez dijo...

La mar...sempre imprevisible i sempre bona companya.