viernes, 4 de marzo de 2011

Atardecer silencioso




Caminaban en silencio observando la belleza del paisaje, la luz del atardecer, el silencio de la mar en calma. Una delante de la otra, poco a poco fueron acercándose hasta que las manos rozaron la piel erizándose al unísono. Era la hora en que el sol y la mar se aman, las gaviotas besan las nubes y la arena abraza el rastro de las pisadas de los amantes. La gran avenida de vuelta a casa les ofreció un extendido manto de hojas rojas y ocres. Bastaron unas palabras desafortunadas para romper el hechizo y la embriaguez de una preciosa velada.

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