La soledad era ahora mismo un estado ideal, dejándose llevar por la contemplación de la naturaleza viva y a través de un silencio deseado y muy preciado, los cantos de los pájaros eran una compañía celestial. Poco a poco iba aprendiendo a conocerlos. Primero fue fotografiándolos, había unas pocas variedades, carboneros comunes de colores llamativos, los verderones que como su nombre decía tenían tonos verdes y se alimentaban y volaban entre arbustos. El petirojo, era uno de los que más le gustaba siempre aparecía por sorpresa, acercándose. Los pinzones se juntaban con las palomas comunes y las cotorras, alimentándose de los restos de semillas que habían caído en el suelo. Uno de ellos que tenía una pequeña cresta no lo pudo identificar, estaba en ello. En los parques de alrededor del gran hospital había muchas clases de árboles, eucaliptos gigantes, pinos, palmeras, cipreses, abetos y otros varios que desconocía sus nombres, la mimosa estaba repleta de flores amarillas, exuberante. Los árboles de hojas caducas estaban desnudos todavía y las formas de su ramaje eran toda una obra de arte abstracto. Entre paseos, contemplación, relajación y adaptación al medio, se sentía parte de él y en aquellos momentos se daba una especie de limpieza depurativa mental, era aquella sencillez y fragilidad lo que habitaba en su esencia, solo le faltaban alas para poder evadirse y cantar desde la copa más alta...el presente era un reencuentro con su yo auténtico...lo ficticio vivido no dejaba de ser como una película de ciencia ficción con pornografía infiltrada y con un final devastador...vamos como las 50 sombras de grey, que evidentemente por principios y repulsión la tenía totalmente descualificada...
miércoles, 4 de marzo de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario