Un día mi voz acunó su pena,
hoy la suya recita poemas
me envuelve con su emoción sentida
y en mi piel queda reflejada.
Rapsoda de la noche
tus palabras me acompañan
y tu alegría renacida me complace
como si fuera mía.
Tus manos acarician el piano
y me conceden una hermosa melodía
la felicidad se expande y compartimos
una tierna velada, dulce compañía
de música, verso y alma.
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