miércoles, 12 de mayo de 2010

José Ramón


Siempre con una sonrisa dibujada,

generoso en la palabra y en los gestos

fueron encuentros fugaces de contagio de alegría.

Naciste con el don de la bondad reflejada en tu

mirada de niño, que no perdiste en la madurez.

La enfermedad te pilló desprevenido,

"me ha tocado"( dijiste )y sin quejas la asumiste con gran tristeza.

Como una hiedra trepadora fue invadiendo tu interior...

Sin fuerzas ni aliento cedes al destino, la vida se apaga.

Pensando en ti, querido amigo espero que el último adiós sea cercano,

para aquietar un sufrimiento silencioso, de angustias impotentes.

Mi corazón esta triste y mi alma encogida y enciendo una vela,

para que ilumine tu último aliento y te lleve a la paz y al descanso infinito.

Amigo mio de encuentros fugaces echaré de menos tu presencia

de momentos felices de sonrisas compartidas de un corazón abierto y querido.

El final está muy cerca y la medida del tiempo ya no te pertenece

pero la energía bondadosa que emanas nos acompañará siempre

y el dulce recuerdo quedara presente en nuestras almas

impregnadas de tu presencia alegre y tu mirada de niño, complaciente.


La muerte, la misteriosa imprevista y enigmática, espera silenciosa,

para liberarte de esta hiedra invasora que anidó sin avisos.

Su misión no permite demoras y su presencia es demoledora,

por las pérdidas que causa que siempre son muy dolorosas

por inesperadas...
























2 comentarios:

Empar Díez dijo...

Sempre difícil i molt dolent assumir aquest destí.

pepitona dijo...

I és en aquests moments difícils que te n' adones de la fragilitat humana, som efímers i vulnerables en allò que el destí ens te preparat. Per això hem de viure intensament l' intant i els moments feliços