La bella felina atigrada gris, amaneció ronroneando restregándose entre las piernas de su ama. La mujer abrió ventanas y balcón, la primavera se percibía con una suave y fresca brisa agradable y perfumada de olores imprecisos y desconocidos, también por el canto de mirlos enamorados que buscaban con quien aparearse. La magia de estos encuentros estaba en la libertad de elección según el canto, la proximidad o el rechazo que se solucionaba con un movimiento de alas alejándose o acercándose por la inercia del entendimiento instintivo primario. La sabiduría de su genética les invitaba a vivir, buscar, relacionarse, reproducirse e iniciar nuevos vuelos y otras búsquedas donde no había cabida para apegos paralizantes, las alas con livianas plumas negras azabache simbolizaban un mensaje de vida y libertad. A la feliz ama de la bella felina atigrada gris le encantaba escuchar el libre canto de los mirlos primaveral, apenándose del canto de pájaros enjaulados y anulados por su propia pena e impotencia al no poder volar . La felicidad sentida no era más que un asomo o señal de un despertar y una inmensa gratitud por sentirse viva como la misma primavera, estación del renacimiento, teniendo plena consciencia que atrás quedaban las otras estaciones meláncolicas de otoño e invierno que ya había vivido y volverían con el tiempo, así era la vida y el proceso de aprendizaje con altos y bajos para el crecimiento personal e intransferible de cada ser vivo.
viernes, 13 de abril de 2012
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