Cada mañana a la misma hora se les ve sentados en un banco cercano al gran hospital, siempre cogidos de la mano con una dulzura inusual. Ambos tienen una mirada limpia y una sonrisa a flor de piel junto a una expresión de serenidad reluciente. Se aman, no hay duda, por el lugar y por la hora podía pensarse que es un encuentro furtivo pero a plena luz matutina a las ocho de la mañana. Al ir a trabajar siempre los encuentro y me invade una inmensa alegría al poder visualizar tanta ternura en una pareja de personas mayores, de la tercera edad. Su expresión desprende tanta felicidad que resulta contagiosa. El amor rejuvenece y apacigua cuando viene de manera inesperada en la madurez, la pasión ya no tiene cabida, solo una compañía y el contacto de piel, corazón y alma. Un regalo visual lleno de esperanza.
sábado, 14 de septiembre de 2013
En un banco del parque
Cada mañana a la misma hora se les ve sentados en un banco cercano al gran hospital, siempre cogidos de la mano con una dulzura inusual. Ambos tienen una mirada limpia y una sonrisa a flor de piel junto a una expresión de serenidad reluciente. Se aman, no hay duda, por el lugar y por la hora podía pensarse que es un encuentro furtivo pero a plena luz matutina a las ocho de la mañana. Al ir a trabajar siempre los encuentro y me invade una inmensa alegría al poder visualizar tanta ternura en una pareja de personas mayores, de la tercera edad. Su expresión desprende tanta felicidad que resulta contagiosa. El amor rejuvenece y apacigua cuando viene de manera inesperada en la madurez, la pasión ya no tiene cabida, solo una compañía y el contacto de piel, corazón y alma. Un regalo visual lleno de esperanza.
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