Apenas había dormido. En el espejo del baño vio reflejada su mirada de una tristeza infinita, el gato enfermizo había recaído de nuevo, el maullido quejumbroso nocturno se le había metido muy adentro, creándole una opresión en el estómago y una penita pena en el corazón. No podía soportar el sufrimiento de nadie, algo que la superaba, desestabilizaba y le quitaba el sueño. Cuando se llevaron al gato, porqué ella no podía hacerlo, lloró como hacía años que no lo hacía, sentía mucha pena, por el gato y por ella, de impotencia y de rabia contenidas, sobretodo por la injusticia de quien se había ido y no se lo había llevado como le hubiera correspondido, así lo repetían tanto su familia como sus amistades. Curiosamente era la tercera vez que debía de llevarlo de urgencias y no podía llevarlo por problemas de salud . Estos hechos removieron otros, el origen de quien lo eligió. Era como una mancha de chapapote en las aguas claras de una mar antes nítida tranquila y acogedora . Era una maldición que tenía que acarrear, en perjuicio de su equilibrio y de su ecomomía ajustada. Y sabia que esto no acaba ahí...solo el mantenerlo con un pienso tan especial como caro y con sus idas y venidas al veterinario eran un gran desajuste de su bajo sueldo. La vida era injusta, muchas veces, se rebelaba contra la providencia. De todas maneras aunque le venían ganas , sabía que en el caso de se lo dejara en la puerta, para que se hiciera cargo, aun pudiendo mucho más que ella, no se tomaría esta responsabilidad ni la tampoco la implicación, sencillamente porque no estaban gravadas en su ADN. Nunca de los jamases hubiera podido tener el más remoto de los pensamientos que alguién de este calibre que no tenía nada que ver ,absolutamente nada con ella, se infiltrara en su entorno de buena gente.
martes, 9 de junio de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario