domingo, 27 de marzo de 2016

Ritual de despedida



Recientemente había leído que era esencial y bueno sentirse querida y reconocida, esto le hizo pensar que era bien cierto porque  ella lo había vivido y sentido tiempo atrás en circunstancias un tanto especiales. En dos meses había asistido al entierro de dos madres de las que habían sido sus parejas en diferentes intervalos de su vida. En los dos rituales donde curiosamente se daban reencuentros y despedidas había recibido abrazos y muestras de alegría por parte de diferentes familiares y amistades antiguas, no vislumbró ninguna sensación de resentimiento ni rechazo sino más bien todo contrario, atención y buenos recuerdos. Algo que le hizo pensar y recordar que su manera de ser: conciliadora, amigable y sociable le traía una recompensa halagadora de bienestar y autoestima y que a través de ella había sido posible que se dieran redes con vínculos de relaciones afectivas en más de una ocasión. El destino algunas veces sorprendía y en uno de los eventos de despedida, el último, se dieron una serie de circunstancias en las que se verían sumergidas una serie de personas ajenas a la familia y que para nada pensaba volverlas a ver juntas de nuevo ni por asombro, de todas maneras guardó las formas y las saludó una a una, dejando claro sin decirlo que era puro compromiso sin rencor ni tampoco confianza, la hipocresía no era lo suyo ni saltarse las normas de cortesía tampoco. La trasladaron por un momento a una situación oscura de su pasado, triste y extraña a la vez de la que había sido su primera ruptura amorosa y  que le costaría mucho superar por la complejidad del asunto que aun ahora le costaba de comprender a pesar del tiempo transcurrido . Hubiera sido un buen argumento para una película de Woody Allen, donde intervenían una profesora, un amor platónico compartido por unos cuantos alumnos, un desajuste de pareja y una amante que se echó atrás, por otra parte una crisis de pareja, la suya, donde había mucho amor, respeto y admiración mutua, pero diferencias entre posesión y libertad. El hecho de la separación causó una gran extrañeza a quienes las conocían y tampoco entendieron nada de como había terminado ni la que se había liado. Al final hubo un embrollo disperso donde se vio obligada a retirarse porque no le quedó otra opción, sin quererlo ni beberlo, había formado una especie de telaraña donde intervino la confusión con una mezcla de oportunismo, inseguridad e inocencia, quedando fuera de un círculo de sentimientos dudosos con intereses poco claros, una vez pasado el tiempo y ciertas circunstancias tenía argumentos para pensar que había ocurrido así. Lo que tenía claro era que si hubiera tenido el poder mágico de volver atrás y no hubiera sido el nexo de unión, allí no habría asistido ninguna de estas personas, porqué no se hubieran conocido. El destino a veces aparecía como una partida de ajedrez, dependiendo de como se pensaba la jugada y se movían las figuras, unos ganaban y otros perdían, a ella no le gustaba el juego y tenía muestras claras que no era lo suyo porque no tenía la astucia necesaria .  Pero esta vez el azar quiso darle protagonismo haciéndole entender que seguía  manteniendo buenas amistades con sus ex-parejas  y también de quien había sido uno de sus amores platónicos que a pesar de vivir en el extremo lejano de otro continente guardaban una excelente relación de amistad, cordial y gratificante, acompañándola en el duelo de la pérdida en aquellos momentos difíciles de su primera ruptura emocional, curiosamente a través de los años y a pesar de la distancia en situaciones difíciles estuvo presente y a su lado, coincidiendo en su ciudad . También tenía la tranquilidad que las dos mujeres que hicieron el traspaso a otra vida la tenían en buena consideración, tenía muestras de ello, otra vez el azar a veces cómplice se dejaba entrever,  se lo pudo mostrar también meses atrás, tenía algo pendiente que pudo zanjar a pesar de las condiciones poco favorables en una estancia en el hospital. La vida también se podía interpretar como un puzzle sabiendo que cada pieza encajaba y tenía su lugar, sólo había que observar todas las piezas, algunas tenían una similitud que  a simple vista parecían las adecuadas, pero sólo una de ellas ocupaba su sitio exacto y así era la vida de las relaciones humanas, no había que dar más vueltas, por extraño que pareciera el resultado, el destino siempre buscaba la manera y las circunstancias que se tenían que dar, por muy inverosímiles que resultaran al querer interpretarlas. No dejaba de ser una anécdota más dentro de las muchas vividas en su currículum relacional.

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