martes, 23 de mayo de 2017





Buscaba y anhelaba el deseo, era la única de las maneras que podía acompasar su corazón y sentirlo ,con todos los latidos ajenos que susurraban su nombre...imposible crear vínculos si no había adoración y admiración. No pudo buscar su reflejo en aguas cercanas, estaba rodeada de tierras de secano y las grietas eran demasiado profundas y sombrías.




La música acarició sus almas errantes en un mundo hostil. Las palabras brillaron por su ausencia, cuando llegaron ya no sabían que decir y a borbotones ahuyentaron lo que estaba por venir. Quizá no era más que un presagio del destino de lo que nunca debiera ocurrir, o no estaba predestinado. Lo más curioso es que se dieron varios errores distintos y hubo un cruce de decepciones y como si de un coctel se tratara surgió una combinación de complicidades entre rupturas y encuentros. Y allí anduvieron unas y otras cada una en el lugar preciso que le correspondía: donde su nido, su soledad o en el escondite de sus fantasías o falsedades.

viernes, 19 de mayo de 2017





Qué bonito es emocionarse y coincidir en la misma emoción. Fue un reencuentro después de muchos años. Siempre existió una complicidad repleta de empatía. Si existiera la eternidad, estoy segura que nunca cambiaría, por muchos años que pasasen. Me impartió clases de matemáticas, física y química, ella me las hizo entender, gustar y aprobar . El encuentro fortuito, fue en una panadería del barrio, nos hizo una ilusión enorme a las dos y al mismo tiempo inexplicable en palabras, no parábamos de sonreír mientras nos mirábamos, con los ojos brillantes al punto de lagrimear y las manos juntas. Ocurre poco, la verdad. Cuando lo vives, piensas que estas pequeñas y al mismo tiempo grandes vivencias dan sentido a la vida y das mil gracias por poder sentir así, vivirlo y ante todo poderlo compartir, aunque sea muy de vez en cuando y la emoción asoma a flor de piel.

lunes, 15 de mayo de 2017





Es una gran suerte y privilegio vivir en el barrio donde has nacido y además donde también han vivido cuatro generaciones que yo sepa, no sé si alguna más. La gente, los que hemos optado por quedarnos, nos conocemos desde siempre, como si de un pueblo se tratara. El otro día iba pensando en mi primer y gran amor de adolescencia, cómo es de mi barrio y como yo misma no nos hemos movido y andamos saludándonos toda una vida, y, aunque sólo cruzamos algunas palabras, el hecho de vernos de vez en cuando, era importante para mi, romántica y nostálgica hasta la médula. Hacía bastante tiempo que no sabía nada, pregunté y nadie supo contestarme, me preocupé, pasé por delante de su casa paseando algunas veces, y no me atreví a llamar. Por fin en el bar más antiguo de la plaza nos encontramos, nos saludamos y no me privé de acercarme y darle un par de besos y explicarle la extrañeza de no verle en todo este tiempo. Con una gran sonrisa y un humor de siempre característico de su personalidad atrayente, me dijo:- "no me muerto aún y que yo sepa en mi casa sigue habiendo timbre, tan fácil como eso".
A veces los prejuicios no nos llevan a ninguna parte y el atrevernos a hacer un gesto o no hacerlo, pues nos evitaría algunos malos pensamientos, sacarnos de dudas y sufrimientos sin sentido por el hecho de no actuar.