viernes, 19 de mayo de 2017





Qué bonito es emocionarse y coincidir en la misma emoción. Fue un reencuentro después de muchos años. Siempre existió una complicidad repleta de empatía. Si existiera la eternidad, estoy segura que nunca cambiaría, por muchos años que pasasen. Me impartió clases de matemáticas, física y química, ella me las hizo entender, gustar y aprobar . El encuentro fortuito, fue en una panadería del barrio, nos hizo una ilusión enorme a las dos y al mismo tiempo inexplicable en palabras, no parábamos de sonreír mientras nos mirábamos, con los ojos brillantes al punto de lagrimear y las manos juntas. Ocurre poco, la verdad. Cuando lo vives, piensas que estas pequeñas y al mismo tiempo grandes vivencias dan sentido a la vida y das mil gracias por poder sentir así, vivirlo y ante todo poderlo compartir, aunque sea muy de vez en cuando y la emoción asoma a flor de piel.

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