La mente es muy poderosa y si la acompañamos con buenos deseos y a la vez buenos pensamientos además de actitudes sanas, probablemente lo que nos rodea y sus circunstancias serán de por sí más satisfactorias, incluso a pesar de alguna adversidad inesperada. La experiencia junto con las vivencias de estos últimos meses me han hecho reflexionar y comprobar que así es. Mi proceso en el circuito protocolario de oncología ha sido contrario e inverso a lo habitual. Generalmente después de la cirugía, o antes, se pasa por la oncóloga, que te manda a hacer las pruebas protocolarias, el tratamiento adecuado y después te dirige a la enfermera referente y a la psicóloga y esta última a la terapia individual y de grupo, que justo es lo mejor de todo el circuito, sencillamente porque es donde se encuentra el apoyo, el acogimiento y puedes ver el proceso de quien está viviendo la experiencia, quien la ha vivido y el ánimo que te pueden dar junto con la gran complicidad de quien vive lo mismo que tú, en todo lo que acontece, acompaña muchísimo, ayuda a menguar suavemente los miedos porque todo lo compartido parece más leve, el hecho de comunicarlo y expresarlo, también ayuda muchísimo, diríamos que de todo el proceso es lo mejor de lo mejor. Es una inyección de una energía emocional que todo lo vale y te llena de positividad, siempre salimos eufóricas, las fuerzas se unen tanto a nivel energético como colectivamente, las mujeres tenemos un poder especial, estoy convencida. Justo mi fuerza mental que menciono al principio ,me ha llevado a empezar por la parte más bonita. No en vano, tengo que decir que ante el diagnóstico y la intervención pasó un mes largo de inquietud y mucho miedo, siempre con la compañía de mi hermana que me dio todo su apoyo...y un bonito sueño donde mi madre me decía que me venía a acompañar y a estar conmigo, un paseo por la playa que me dio toda la fuerza y me entregó muchas piedras en forma de corazón que fui guardando allí donde tenía la preocupación, con la meditación de sanar...y así hasta ahora, estoy mejor y más preparada para visitar la oncóloga y aceptar el tratamiento con una actitud para bien, por cierto, biznieta del Dr. Ramón y Cajal, (hoy bromeábamos con el grupo, por el ADN de sabiduría que conlleva este antecedente) A la Dra T.Ramon y Cajal la conocí años atrás cuando me visitaba con la Dra, Alonso, la primera oncóloga que tuve, de una gran prestigio y humanidad. Cuando salía de los controles procotolarios, siempre me decía..." Haga el favor de vivir la vida, tiene mucha suerte de poder vivirla". Cuando me dio el alta después de veinte años, me sentí un poco huérfana a nivel de salud. Entonces empecé a trabajar en ambulatorios, siempre rodeada de sanitarias hasta el día que me jubilé. Y entre mis amigas cercanas también tengo médicas y enfermeras, por algo será, digo yo,. También tengo buenas amistades en otros ámbitos, claro ,y el hecho de estar, es de una gran ayuda. Una inmensa gratitud, a toda la gente que me quiere y lo manifiesta,se preocupa y me apoya, a la vida, al universo y a su poder infinito en las pequeñas cosas y detalles que nos va mostrando día a día y a esta intuición femenina a la que hay que prestar mucha atención y creer en ella, me pongo por testiga de que existe, lo creo firmemente.
viernes, 23 de noviembre de 2018
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