domingo, 31 de agosto de 2014

Música, lectura y cine

 
 



 
 
Acompañada de la suave música, Stabat Mater de Pergolesi y leyendo una novela con un argumento exquisito a nivel relacional sentía un bienestar apacible. La novela, " El verano que empieza" de Sílvia Soler era un regalo de vivencia y lectura, hubiera dado algo de sí misma  por vivir en ella y formar parte de este grupo de personas con alma, tradiciones,  encuentros, inquietudes  y un conjunto de emociones positivas a pesar de las pérdidas, todo sucede en un entorno pintoresco, un pueblo de mar en una casa con jardín, árboles, sobresale un magnolio y flores que amenizan los encuentros estivales  anuales de la verbena de San Juan, con un brindis rieterativo..." Por el verano que empieza...". El apoyo entre unos y otros era básico para superar los trances más dolorosos y delicados. El trazado principal era la amistad entre un hombre y una mujer. Ésta venía anunciada desde el embarazo de las madres respectivas que muy desafortunadamente mueren jóvenes en un accidente. Se viven por lo tanto tristezas, pérdidas y a la vez superación, nuevas relaciones donde el protagonismo principal es la inteligencia emocional de ambos personajes que al fin y al cabo es lo que  les ayuda a sobrevivir con la ilusión de seguir adelante con las tradiciones y celebraciones de un conjunto de personas que se quieren, incluso las que se van añadiendo formando un enlace familiar y amistoso envidiable. Por la noche y una vez acabada la novela vio en la TV la película de Woody Allen: " Maridos y Mujeres". Aquí el protagonismo era la complejidad y las desavenencias de parejas con un trasfondo intelectual de mucho diálogo e intercambiando sus problemas con un psicoanalista, con voz y sin presencia. Uno de ellos deja una gran mujer ,inteligente, intelectual y bien situada por otras jóvenes sin preparación para vivir sexo sin más, al final cuando le informan que su ex pareja sale con un hombre se da cuenta de lo que ha perdido e intenta por todos los medios recuperarla, al final lo consigue, se da cuenta de que el valor de una relación no está en vivir la pasión sexual sin freno, si no en otros campos más interesantes y valiosos en plena madurez, como son la compañía, aficiones , el diálogo, participación y la comunicación. Un día muy completo para percatarse que la vida a veces transcurre con la tranquilidad de dejarse llevar en soledad, con música, lectura y cine para reflexionar y aprender de lo que realmente vale la pena y lo que no.

 

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