En una meditación profunda de concentración hipnótica alcanzó el logro de llegar al punto de la mente donde estaba localizada la paz interior. Antes había pasado por los restos tóxicos de reminiscencias del pasado e hizo una limpieza hipotética de lo que quedaba por depurar. En el rincón del habitáculo donde residía el pensamiento renaciente limpio de intrusiones externas, halló el barco que parecía hecho de cristal que se había formado a través del ritual chamánico la noche mágica de San Juan . Éste navío estaba forjado por la albúmina de un huevo galllináceo y embellecido por dos grandes velas , navegaba en un mar en calma que poseía los colores del arcoíris, iba en busca de la isla donde se cumplían los deseos y habitaban todos los sueños por realizar, sólo había que imaginarlos y creer en el poder creativo onírico. Vio una imagen de tonos violetas con formas onduladas femeninas, estaba envuelta en un aura multicolor, como el agua. Lila por la feminidad, naranja por la generosidad a raudales, roja por el amor, rosa por la ternura y sensibilidad, verde por la afinidad con la naturaleza y por la esperanza, blanca por la pureza, nobleza y fidelidad ,azul por el infinito exclusivo amor sin igual ...había un gran corazón rojo que palpitaba rítmicamente y con un tono pausado de ondas sin voz, le habló del silencio, la paz, la armonía y el equilibrio... Despertó de la meditación relajada y con una sonrisa dibujada en los labios, la misma que su madre le había dejado como la herencia más preciada, se la ofreció como dádiva justo el último día que se fue para no volver, con la condición explícita que no se perdiera nunca a través de todas las generaciones venideras.
jueves, 10 de julio de 2014
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