lunes, 15 de septiembre de 2014

paraiso de agua, luz y color

 
 

 
 
 
Llegaron al pequeño paraíso de agua, color y armonía de la naturaleza para compartir tres días de plenitud con los elementos más básicos, agua, arena, sol, viento y los grandes y extensos  campos de arroz , en este més dorados y de una belleza exuberante. El delta del Ebro las esperaba para ofrecerles aquello que más deseaban, tranquilidad, belleza, silencio y el color cambiante según la luz del día, todo un empacho de felicidad exquisita para  todos los sentidos . Allí donde miraras  era todo un espectáculo  visual, también auditivo , tanto por el silencio como por la cantidad de aves migratorias y otras autóctonas y establecidas, con sus cantos celestiales lejanos y tenues. Las dos amigas partieron de la ciudad con la ilusión de vivir un fin de semana intenso en cuanto a  vivencias , baños de mar en  playas extensas de agua limpia y también  gustar de  los manjares tan exquisitos como  lo eran las ortigas de mar, al igual que el buen vino de la zona , en estos momentos era el mayor placer  que los sentidos podían gozar a su antojo  . La elegancia de los flamencos era todo un regalo para las miradas, ávidas de lo bello y para poder recrearse con las fotografías, nunca los habían visto tan de cerca, todo un privilegio, una de ellas, la que conducía, conocía palmo a palmo el lugar, como si  de una garza real se tratara. Tanto el color rosáceo de los flamencos, como la posición  y sus andares  lentos y rítmicos como si de un ritual de una coreografía de danza se tratara, su descanso tan peculiar , apoyados con una de sus largas extremidades como si fueran parte de la tierra y del agua, anclados formando parte del paisaje con un equilibrio de lo más  natural  .Los inmensos campos de arroz lucían su tono dorado a punto para la recogida. Aves preciosas de colores diversos, predominaba el blanco, andaban por estos campos que las alimentaban. Los gansos por la mañana tomando su baño y comida entre el agua y los arbustos de tonos multicolor, rojos, amarillos, ocres, verdes...al atardecer se dirigían al cielo volando todos juntos dibujando formas conjuntas y diversas de trazados geométricos. Descubrieron una playa con agua  de color turquesa y tomaron unos baños casi termales por la calidez del agua de septiembre, por la tarde grandes peces se acercaban a la orilla y saltaban, como si las saludaran, era especialmente divertido mirarlos y tenían una sonrisa dibujada esperándolos en cada salto, disfrutaron  de lo lindo ,cual si fuera una regresión a la niñez. Volvieron recargadas de energía y con el corazón repleto de vivencias satisfactorias y con los sentidos llenos de una felicidad extensa por el hecho de ser  compartida, lo habían hecho varias veces y seguro que lo irían repitiendo, con los años cada vez era una necesidad más intensa poder acercarse a este lugar con una características paisajísticas espectaculares, una palabra que habían repetido varias veces a lo largo de los días que habían estado allí y habían rozado el extasis del bienestar...
 
 

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