En un sueño se le apareció la más bonita de las sonrisas que jamás había visto. Estaban en una casa rural, había un fuego encendido y después de haber cenado empezaron a conversar. Ella le habló de su experiencias más recientes, de sus pensamientos reiterativos, de su arrepentimiento ante el impulso de confiar en alguien desconocido, de haber traicionado su intuición primera. Hicieron un pacto, y las dos con los ojos cerrados y cogidas de las manos imaginaron un contenedor de rechazo, nada había por reciclar, y allí iría a parar todo lo expuesto para empezar de nuevo con la mente bien limpia y dejando atrás esta especie de rareza intrusa que no le aportaba nada bueno. Aquella noche había lluvia de estrellas, salieron abrigadas con un par de mantas huyendo de la contaminación lumínica, cogidas de la mano y con la misma sonrisa dibujada en los labios, partieron a contemplar en silencio y en compañía las luces estelares... Una vez en contacto con la hierba y echada, cuando cerró los ojos y por un momento, pudo ver las imágenes en forma de corazón que se le habían aparecido a lo largo de aquel año, la roca donde tomó su baño primero, las piedras de mar, los labios dibujados acorazonados en el puerto, lo mismo que las hojas que daban la sensación de sostener la luna llena de noviembre y una de las piedras de un muro de una tetería . De pronto una fuente de luz brilló en la oscuridad y una calidez muy profunda la invadió...derpertó con una placidez llena de felicidad, soñar a veces era un mensaje de liberación...
lunes, 17 de noviembre de 2014
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