Y ante la bifurcación de dos caminos cogió el más complicado ,justo el que estaba lleno de zarzas, dudó lo suyo pero antes de volver atrás decidió atravesar a pesar de los pinchos. Salió con todo de heridas y con lágrimas en los ojos hizo un agujero con las manos ensangrentadas y enterró la caja donde quedaban los restos de un amor perdido, se eternizó su estado enfermizo hasta un muerte definitiva . Miró hacia atrás y pensó que tenía mucho que aprender de la vida, de la elección en un principio, del reconocimiento del gran error segundo y la asimilación para de una pérdida después. Sabía que cuando intervenía una adicción nunca había nada claro fuera de la misma, mientras había y se daban dosis, todo parecía que iba bien cuando se agotaba la paciencia se acababa todo, como cualquier droga. Ahora tenía que curar las heridas y esperar la pronta recuperación, un proceso de dolor, espera y madurez. La única senda posible era el olvido. No se podía vivir con el ansia continua como si de un animal en celo se tratara...la vida tenía otro sentido cuando la sensibilidad, respeto y empatía eran los principios básicos de un corazón noble abierto al amor con la esperanza que fuera compartido y con la ilusión que durara siempre con sus más y menos.
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