En un pasillo del metro un músico cantaba una vieja canción conocida de los Credence clearwater revival, sonaba muy bien. De pronto le vino a la mente una vivencia romántica y cercana dos años atrás dentro de un coche y bordeando la mar. Hubiera dado lo que fuera para volverla a vivir de nuevo . No había vuelta de tuerca y para esto estaba la memoria positiva para guardarla en un rinconcito del corazón y de vez en cuando recordarla. Pasaron días, meses y un par de años, con el desgaste que supone el esfuerzo compartido para conseguir una buena convivencia en plena madurez con todos los inconvenientes y compensaciones habidos y por haber . Quizás el trazo marcado por el azar o destino hizo que ocurriera un imprevisto cibernético y se vio envuelta en una apuesta virtual, sin quererlo ni beberlo, solo había dos opciones, seguir buscando o desconectar. El placer físico o perder todo lo demás...ganó lo virtual y el placer físico, el resto quedó sumido en un abandono en la papelera de reciclage. Así era la vida de lo virtual, efímera y dispersa, donde elegir y dejar era tan fácil como entrar en una página web y probar suerte...como si se tratara una partida de dados, sin más y a otra cosa mariposa.
sábado, 29 de marzo de 2014
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