viernes, 7 de marzo de 2014

firmeza

                                               






Hoy por hoy lo que necesitaba era una especie de autohipnosis para evadirse de los malos pensamientos que la acechaban sin escrúpulos en los momentos de quietud y soledad. Cuando tomaba consciencia intentaba hacer el vacío mental sin conseguirlo. Respiraba profundamente, ponía música clásica e intentaba dejarse llevar por cada nota hasta concentrarse solo  en el dulce sonido de voz de una soprano que le recordaba a María Callas. Al cabo de un rato y sin poder controlarlo le seguían los pensamientos que venían acompañados con un rabia irracional seguido de un sentido  de injusticia que la llenaba de angustia vital. El problema básico era la falta de preparación ante una ruptura, tanto si era esperada o inesperada. Habían varios factores que intervenían, la rutina, la compañía, el estatus social, la ternura, el contacto y la espera...aquella larga espera que se le había hecho insoportable los últimos meses. No daba explicaciones ninguna y si lo hacía se notaba que mentía, divagaba y simulaba una normalidad fingida, reflejaba una frialdad extraña acompañada de un cinismo que había escondido hasta aquellos últimos momentos. A ella, que ante un compromiso era firme y fiel, no podía entender otra alternativa posible. Había unas diferencias claras y evidentes, pero se aferraba a la parte positiva de las afinidades. Ya eran mayores para esperar y vivir una pasión desmesurada como se podía vivir en plena juventud. De pronto una de estas noches de larga espera justo cuando acababa de llegar,  sonó el aviso de  un mensaje de móvil después de las doce de la noche... dijo: " ¡Basta, ya no aguanto más, se acabó!".La otra estaba tan acostumbrada al silencio y mutismo, que no entendió nada de nada, su egoísmo innato al igual que tenía helada la mirada parecía que también tenía congelado el corazón y ves a saber si también el alma. Cierto que su tendencia era actuar por instinto y por instinto podía evadirse ante cualquier hecho que la angustiara. Ahora, Ella  solo tenía un objetivo, recordar todo aquello que no soportaba de la convivencia. Los pelos  amontonados en el plato de la ducha, restos de uñas cortadas en el parquet, y otros restos  en el lavabo hasta embozarlo, los ruidos diversos a todas horas que le resultaban tan molestos  como incómodos y que no eran más que una falta de consideración y respeto a los demás a ella y a los vecinos...
Se reconocía parte de culpa, por no haber actuado  mucho antes con firmeza y cortar por lo sano, cuando a los pocos meses de convivencia le soltó que chateaba en sus ratos libres y que ella era la culpable por habérselo enseñado, o el día que se dejó el móvil y  pudo ver un mensaje más propio de un viejo verde  de los 60 que de una mujer cincuentona en plena madurez. Era primaria como la que más, nunca había conocido a nadie igual. Ahora, sola ,podía disfrutar del orden, limpieza, tranquilidad y descanso, que tanto le convenían...ya no había ropa sucia amontonada en la lavadora, ni tantas y tantas cosas que había que tenido que aguantar, eran momentos de cuidarse, descansar y recuperar los buenos ratos con sus amistades, afortunadamente tenía un amplio círculo que había mantenido a través del tiempo y que su compañía era  necesaria para su estabilidad emocional un tanto dañada por una etapa dolorosa de vivencias desagradables y precisaba más que nada olvidar y empezar una nueva etapa de renacimiento primaveral. Con el paso de tiempo no dejaría de ser una experiencia más y bien seguro que quedaría todo lo bueno que ahora mismo no podía  ni quería pensar, por su bien,  por su amor propio y ante todo  por su dignidad un tanto dañada y por su salud, física, qsíquica y emocional.

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