domingo, 16 de marzo de 2014

Luna de marzo

Nada más salir de la mar la luna fue a su encuentro, le hizo saber que no quería ser de hielo ni de duelo. Le habló de la tristeza y el dolor también del vacío, eran etapas para crecer y reencontrarse. Le habló también del perdón y del olvido, el perdón era necesario para no guardar residuos de negatividad, el olvido podía pervivir o guardarse en un rincón de la experiencia para no recaer en similitudes de tropiezos. Le habló de la superficialidad que se desvanecía como la niebla al primer rayo de luz del sol. Le habló de las apariencias y que la amistad y el amor no son solo palabras ni definiciones sino actos y actitudes de cercanía y apoyo. Le habló del miedo y de la falta de implicación, que venían a ser lo mismo. También le hizo saber que como las nubes a veces impedían la visión de su imagen de luna, también ocurría con las personas y que estas podían tomar partido o alejarse, le habló de la libertad, la sabiduría y de la mente. Le habló de la individualidad y el grupo y que según las circunstancias y condiciones había lejanía o proximidad. La luna le susurro a través del viento que la quería y que no olvidaba sus citas y que siempre la esperaría..."La belleza es de quien la mira", y a través de ella se sentía  la protagonista de la noche e implícita con el entorno festivo  que se creaba por su presencia omnipresente.


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