No asistió a la cita mensual que tenía con la luna allá donde la mar. Se sentía muy cansada y le acompañaba una tristeza de añoranza. No era un echar de menos a nadie sino a un sentir a algo muy interno que solo le pertenecía a ella misma. Le supo mal no ir porqué siempre que la veía salir del horizonte le acompañaba una sensación de plenitud compartida, una alegría también muy interna de pertenencia a una energía expansiva de luz. Se acostó pronto debido al cansancio y pensó que habría otras oportunidades. Al día siguiente fue a visitar a su hermano, este ser con alma de niño y lógica de matemático. Cuando salió hacia su casa ya era tarde e iba cabizbaja con una sonrisa dibujada en los labios por unas palabras muy asertivas que le había dicho su hermano. Cuando levantó la cabeza,se llevó una sorpresa impresionante, no se lo podía creer, la luna estaba por encima de su casa con una belleza exuberante, grande, redonda y luminosa como nunca la había visto antes, parecía que le dijera, "Como ayer no viniste, hoy vengo a verte yo , porqué sé que te llevarás una buena alegría, y sé también que necesitas mi presencia, quiero contagiarte de luz e impregnarme en tu mirada ..." se escondía entre las hojas de los árboles, como si de un juego se tratara. Pensó para si misma, que la luna siempre estaría presente tanto si la veía desde el horizonte o desde su casa, sola o acompañada, triste o feliz, cansada o relajada, porqué formaba parte de todo un universo donde ella ocupaba un lugar y cumplía una misión, como todo ser viviente.
jueves, 17 de abril de 2014
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