domingo, 13 de abril de 2014

Un fin de semana de abril

Se dirigía a casa de un amigo a un pueblo costero del Maresme, el tren seguía la vía paralela a la mar, era un trayecto muy ameno e intentaba olvidar ciertos restos de añoranza que aun pululaban por su mente, cuando tomaba conciencia inmediatamente los dejaba pasar al mismo ritmo que  la velocidad del tren, iba mirando el agua transparente y danzarina a través de un oleaje tenue.
No había otra, el pasado quedaba atrás lo mismo que la incomprensión de un olvido súpito y repentino de alguien que creía cercano sin serlo, a veces las personas con tendencia romántica solían hacerse montajes inciertos y fantasiosos inventando amor donde no lo había, por mucho que lo pareciera no era real sinó ficticio. Un amor real no se acaba de un día para otro, sin más sustituyendo el afecto o contacto con otra o otras personas, para ella  era inaceptable.
Quizás por la humedad o por cualquier motivo que no sabía ,tenía un intenso dolor en las articulaciones de las rodillas, algo que no llevaba demasiado bien y que la hacía sentir muy limitada y a ratos deprimida. El dolor era un gran problema que solo lo vivía  quien lo sentía y a veces era poco tolerado por aquellos que no gustaban ni soportaban que las personas hablaran de él  o se quejaran, no dejaba de ser una muestra más de egoísmo y de falta de empatía, algo tan normal en esta sociedad cada vez más individualista y deshumanizada, donde la enfermedad y la vejez eran de un rechazo casi general. Esto le había ocurrido exactamente aquel fin de semana de abril . Su amigo era  poco    tolerante, poco  paciente y nada flexible  y le vino a decir que no pensara tanto en aquello que le dolía  y que quejarse no llevaba a nada, es decir había que aguantar, él lo había tenido y lo aguantaba...eso decía, ahora que no lo tenía   ¿Fácil, no?... Quizás por esto estaba habitualmente solo, siempre sentenciando y de muy mal humor . ¡Como si el dolor se pudiera medir y pesar!...algo tan relativo, según lo vivía cada persona, donde la intensidad era incuestionable justamente porqué no se podía vivir jamás  en la piel del otro, ni para bien ni para mal, además había estudios referente a la intensidad del dolor que variaba según cada persona, la escala no era única ni general. .
No fue un fin de semana muy halagador aunque reconocía que no  estaba en su mejor momento de su vida y ante este estado lo más apropiado hubiera sido  quedarse en su casa e intentar paliar el dolor con calmantes y descanso y en caso de querer estar con alguien asegurarse del todo que fuera  una persona adecuada y que tuviera la virtud  de  saber estar, entender, escuchar y con la paciencia suficiente teniendo en cuenta que en algún momento los papeles pueden intercambiarse cuando menos lo esperas y  el destino o la misma vida nos puede sorprender , a ella le había sucedido inesperadamente y le había caído encima como un jarro de agua fría en pleno invierno, como cualquier alteración de la salud molesta, aunque era consciente que había situaciones mucho más graves y penosas que la suya, pero esto no la consolaba. La verdad algo bueno le había sucedido y que ahora recordaba con mucho cariño. Había quedado con una amiga de juventud para tomar un aperitivo y habían tenido una conversación muy agradable, a pesar de que se veían poco les unía un gran afecto compartido y muy similar, fue poco tiempo pero muy intenso, como siempre que se veían. Le habló de como se encontraba y enseguida se puso en su lugar alegando que el dolor era algo rechazado por todos al mismo nivel y que no había que aguantar, al contrario había que buscar lo que fuera para aliviarlo porqué quedaba afectada una buena calidad de vida. Se interesó mucho y le  habló de alguien que la podría ayudar. El camino de vuelta al atardecer, el mar tenía un tono rosáceo el agua seguía en calma,tenía muchas ganas de llegar a casa y sobretodo de recuperarse para empezar el inicio de Semana Santa con fuerza y energía para trabajar los primeros días... y después dispondría de cuatro días para recuperarse de su salud física, psíquica y emocional, esenciales para seguir adelante con su estado habitual de  entusiasmo, actividad y celebrar su aniversario con sus amigas, este año caía justo el Viernes Santo.





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