Su mirada azul sonreía al igual que sus labios sensuales. Brindaron con vino y se tomaron una suculenta comida cerca del mar. Hablaron de la vida en la madurez donde ya no había prisa y una rutina bien llevaba podía ser una excelente alternativa, paseos, cine, lectura y salir con las amigas.
Bromearon después de disfrutar de unas copas de un excelente vino blanco, en que el enamoramiento era cosa de juventud y que lo decidía el estado de la procreación . Con la alegría de un reencuentro esperado después de largo tiempo empezaron a hacer planes. Hablaron de lo que las había unido desde siempre. El silencio, el equilibrio, la soledad, la armonía de la naturaleza y vivirla a través de la mirada. Cuando llegó a casa desde el balcón y entre nubes pudo ver una estrella aunque al momento desapareció tras otras nubes que paseaban por el cielo entre azul y gris . Así eran las buenas amigas, nunca llegaban a desaparecer a pesar del tiempo y de alguna distancia desafortunada por personas deambulantes que como las nubes iban y venían a su antojo sin ninguna intención de quedarse, afortunadamente.
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