Viajar en tren la relajaba, podía leer y de vez en cuando mirar por la ventana, a su izquierda mar y a la derecha campos y casas. Se dirigía a Vilanova i la Geltrú, una ciudad con mucho encanto, tanto por el mar como la parte interior más antigua amurallada( la Geltrú) . Hacía una tarde soleada y el día de Sant Jordi prometía gentío, abundantes rosas y libros a miles. La Rambla era toda color, y la mayoría de gente de todas las edades se la veía feliz. Ella no pensaba comprar, ahora venían tiempos austeridad había vivido dos años intensos en vivencias y viajes adaptándose a un ritmo que no le correspondía, era una mala costumbre que tenía que corregir, el dejarse llevar , como otras tantas ,una flexibilidad que antaño creía buena, ahora veía que no lo era tanto . Menos mal que había puesto juicio, ahora tocaba introspección y moverse por las cercanías y alrededores, como prácticamente había hecho casi siempre. En Barcelona ciudad, había demasiada gente y mucho ruido y en este momento especial no le apetecía nada sumergirse en ninguna aglomeración urbana.
Ella y su amiga después de pasear Rambla arriba y abajo con infinidad de tenderetes multicolor de rosas sin perfume, libros de autores conocidos y otros por conocer, artesanía popular,dragones de papel mache, gigantes de fiesta un sinfín de arte y cultura abiertos a la festividad de abril única y conocida en todo el mundo. Se adrentraron por la Geltrú donde las calles estrechas llevaban a la antigua muralla, perderse por ellas era como viajar a través del tiempo y se percibía una energía de paz y tranquilidad.Por la tarde la música ocupó las calles y se fundió entre la gente sonriente, la felicidad era la protagonista para todos al menos durante un día.
jueves, 24 de abril de 2014
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